Soy hijo de una tierra bella, escondida entre las montañas del sur de Costa Rica: territorio de agua, selva, barrio, campo y familia. Mi corazón se enamoró de la sonrisa de su gente, de la honestidad de su afecto y de la inocencia con que se habita una paz heredada por ancestros que apostaron por un acuerdo social solidario, forjado con el trabajo de nuestras abuelas y abuelos. Sé que hoy la humanidad enfrenta el monstruo del hambre insaciable y su mandato del consumo, que a veces impone miedo y explota el germen del egoísmo que habita en todos. Por eso trabajo con la esperanza de expandir lo bueno y lo justo del legado de los mayores, apoyado en las maravillas de lo que mi amada ciencia ha revelado sobre la naturaleza de nuestra realidad.
Soy una persona autista con TDAH. He dedicado mi vida a comprender mi neurodivergencia, a atreverme a relacionarme desde mi autenticidad, a cultivar mis fortalezas y a trabajar aquellos rasgos y patrones que me dificultan una vida armoniosa. Ese camino me ha enseñado paciencia, método y compasión; también a escuchar con atención lo que no siempre se dice con palabras.
También he habitado el lado denso de la vida. En mi historia hay capítulos marcados por heridas de una colonización violenta, por la injusticia social, por patrones familiares disfuncionales y por distintas formas de discriminación y violencia. Esos capítulos trajeron miedo y tristeza; en lenguaje clínico, depresión y ansiedad. Son vivencias dolorosas que no quisiera para nadie, pero que agradezco: me enseñaron empatía y me permitieron estudiar, desde adentro y con detalle, cómo se habita ese pantano oscuro de la desesperanza y la impotencia. Con el tiempo he aprendido a reconocer ese territorio de sombra para encontrar salidas, y con ello la posibilidad de acompañar a otras personas a encender su propia luz.
Creo en el respeto, el amor y la libertad. Creo en la familia, porque en ella he encontrado sustento, refugio y sentido; también sé que la armonía familiar depende del trabajo y la salud de sus integrantes. Creo en la comunidad, porque he hallado amistades que son hermandad: personas que me hacen crecer, me inspiran y que confían en mí, para las batallas y las celebraciones.
Me dedico a la salud mental y a la expansión de las capacidades personales. Es mi ofrenda al altar del amor por la vida y la naturaleza. En mi visión, lo humano y lo natural son lo mismo: la humanidad es hija de la Tierra, y nuestra Madre añora el regreso de su hija pródiga. En sesión pongo mi humilde mejor esfuerzo y todo lo que soy: las bondades de una mente neurodivergente entrenada para observar y conectar patrones; lo que me han enseñado mis aciertos y, sobre todo, mis errores; mi formación médica gracias a la educación solidaria de mi amada Universidad de Costa Rica; mi pasión autodidacta por el conocimiento; mi experiencia en medicina psicodélica y en el diálogo intercultural del saber; y, quizá lo más valioso, el saber colectivo que guardo gracias a incontables horas de consulta a lo largo de mis años de práctica clínica.
Mi espiritualidad es vivencial y cosmopólita: nace de la ceremonia cotidiana de estar vivo en un universo tejido por la chispa divina en cada uno de sus átomos. El templo es el mundo, y lo sagrado habita en todas las cosas, todas las personas, todos los seres, en igual medida y sin distinción.
Amo las historias. Leo, escribo ficción, veo películas, series y anime; exploro mi psique a través de los videojuegos. Soy psiconauta, estudioso de las plantas sagradas y de los fenómenos de la conciencia humana. Tal vez por eso me conmueve la que, a mi gusto, es la mejor historia jamás contada: la del sueño santo del eterno presente, la creación del mundo y de la humanidad.
Si decides caminar conmigo, encontrarás un espacio cuidado, sin juicios, con escucha atenta y trabajo serio. Tendremos una conversación entre humanos, reconociéndonos como seres que se esfuerzan por improvisar la vida de la mejor manera. No prometo atajos ni soluciones mágicas. Ofrezco presencia, método, ética, ciencia con corazón y una alianza honesta para que avances a tu ritmo, con pasos sostenibles, hacia una vida más clara, libre y significativa.
Bienvenida, bienvenido, bienvenidx.
—David, Director Médico de Centro Aurora.